Un joven argentino se consagró campeón en el Panettone World Championiship en Milán
Juan Manuel Alfonso Rodríguez es tercera generación de pasteleros pero recién conoció el “panettone” hace apenas seis años. Desde entonces se entusiasmó tanto con esa versión del pan dulce gestada en el Norte de Italia que llegó a invertir meses y meses además de kilos y kilos de harina y frutas para encontrar la mejor versión posible.
En el camino, el joven de 31 años fanatizó con su confitura a los vecinos de Saavedra, el barrio porteño donde queda la confitería de su familia. Logró consagrarse Campeón argentino y ser uno de los dos no italianos distinguidos en el Panettone World Championiship en Milán, Italia, algo así como el Mundial de la especialidad. El otro premiado fue un taiwanés, con lo cual a Alfonso le cabe el honor de haber sido el único americano en la final del certamen.
Alfonso lleva adelante una cruzada para poblar de panetones las mesas festivas y dejar bien alto el honor de la confitura, diferenciándolo de su versión genovesa: el pan dulce.
“Los dos son de origen italiano, pero son dos piezas distintas. El pan dulce viene de la zona de Génova, y el panetone de Milán, en Lombardía. El pan dulce lleva mucha más fruta, huevos enteros y levadura y el panetone tiene tres veces más manteca y yemas de huevo, y lleva unos tres días de elaboración ya que no tiene levadura sino masa madre”, sintetiza Alfonso Rodríguez que recibió más de un reto de su familia por la cantidad de ingredientes que “desperdiciaba” en sus intentos de lograr un gran postre al estilo genovés.
El pastelero, que se recibió de licenciado en Administración de Empresas pero se dejó tentar por los cursos de panadería y pastelería y quedó a cargo del área de producción en la confitería de la familia, se define como un fan de la ecología, por eso, en busca de una alimentación más saludable, trabaja solo con materias primas orgánicas certificadas, sin usar conservantes, colorantes, estabilizantes, insecticidas, fertilizantes, productos con modificación genética en los cereales o que provengan del maltrato animal (de las gallinas ponedoras).
En la competencia de Milán tuvo que poner en juego sus conocimientos ya que el jurado evaluaba el sabor y el perfume del postre que debían lograrse sin colorantes ni saborizantes, en base a yemas que le daban a la masa la tonalidad amarilla y ralladuras de naranja o limón.
Cuando no compite o estudia en el exterior Juan Mar -como se hace llamar en Tik Tok, red en la que supera los 64 mil seguidores, y en Instagram, donde son más de 35.500-, se dedica a hornear en la confitería Artiaga. El local que la familia maneja desde la década del 80, pero con el expertisse de sus abuelos que abrieron una panadería en el barrio de La Boca, a 50 metros de Caminito, en 1931. “Le llevaban pan al buffet de la cancha de Boca y hacían el reparto en la isla Maciel en un carro con caballos que tenían que cruzar en bote”, recuerda la familia en una decena de cortos que subió a Youtube a modo de serie para recrear la historia de la firma, en la que aparecen vecinos y amigos famosos como Bobby Flores.
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