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¿Por qué es tan importante la vacunación en la infancia?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) las vacunas son una preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad, estimulando la producción de anticuerpos. Son una forma sencilla, inocua y eficaz de proteger a las personas contra enfermedades, activando las defensas naturales del organismo, antes de entrar en contacto con ellas. Funcionan preparando el sistema inmunitario (defensas) del propio organismo para reconocer y defenderse de dicha enfermedad.

“Una vez vacunados, nuestro sistema inmunitario produce anticuerpos, como ocurre cuando nos exponemos a una enfermedad, con la diferencia que las vacunas contienen solamente microbios (como virus o bacterias) muertos o debilitados y no causan enfermedades ni complicaciones” asegura la Dra. Valeria El Haj, Directora Médica Nacional de OSPEDYC.


Las vacunas, tanto las inyectables como orales, actúan desencadenando una respuesta en el sistema inmunitario, que:

  • Reconoce al microbio invasor (por ejemplo, un virus o una bacteria).

  • Genera anticuerpos, que son proteínas que nuestro sistema inmunitario produce naturalmente para luchar contra las enfermedades.

  • Recuerda la enfermedad y el modo de combatirla. Si, en el futuro, nos vemos expuestos al microbio contra el que protege la vacuna, nuestro sistema inmunitario podrá destruirlo rápidamente antes de que empecemos a sentirnos mal.

Según la Dra. Valeria El Haj, “nuestro sistema inmunitario está diseñado para recordar. Tras la administración de una o más dosis de una misma vacuna contra una enfermedad concreta, quedamos protegidos generalmente durante años, décadas o incluso para toda la vida. Por eso las vacunas son tan eficaces, ya que en vez de tratar una enfermedad cuando esta aparece, evitan que nos enfermemos”.


Las vacunas protegen a las personas a lo largo de toda su vida y en diferentes edades, desde el nacimiento, la edad infantil, durante la adolescencia y hasta la edad adulta. En nuestro país están a disposición las cartillas de vacunación, tanto a los niños como a los adultos, en las que se consignan las vacunas que han recibido y las nuevas vacunas o las dosis de refuerzo que se les deben administrar más adelante. De esa manera, toda la población se asegura de estar al día con la vacunación.


Hoy en día, en nuestro país, el Estado garantiza la vacunación gratuita en Centros de Salud y Hospitales Públicos de todo el territorio nacional. Estas vacunas son la BCG (previene la tuberculosis), vacuna contra Hepatitis A y B, vacuna contra Neumococo conjugada de 13 valentes (previene meningitis, neumonía, otitis e infecciones graves por dicha bacteria), Quíntuple o Pentavalente (previene difteria, tétanos, tos convulsiva, hepatitis B e influenza B), y sus posteriores triple y doble bacteriana, vacuna antipoliomielítica inactivada tipo Salk, vacuna contra el Rotavirus (vía oral), vacuna contra el meningococo ACyW (previene la meningitis), vacuna antigripal, vacuna contra la varicela, vacuna contra el virus del Papiloma Humano (HPV), vacuna triple viral (previene Sarampión, Rubéola y Paperas). A su vez, están a disposición las vacunas para prevenir a viajeros en zonas de riesgo, como la vacuna contra la fiebre amarilla.


En la actualidad, y en el contexto que atraviesa el mundo por la pandemia de coronavirus, COVID-19, y ante su rápida propagación, se han comenzado a fabricar vacunas en varios países del mundo para combatir la propagación del virus SARS-COV-2. En Argentina, se puede acceder a las vacunas Sputnik V, Astrazeneca, Moderna, Covishield, Sinopharm y Pfizer. Las mismas, deben aplicarse en 2 dosis, con un intervalo de al menos 4 semanas.


Con respecto a los niños entre 12 y 18 años, están a disposición y aprobadas para la aplicación de vacunas Pfizer o Moderna. Y recientemente, comenzó el empadronamiento de niños entre 3 y 11 años para su vacunación de acuerdo a las reglamentaciones de cada jurisdicción con Sinopharm.


“Retrasar el momento de vacunarse es correr el riesgo de enfermarse gravemente. Si esperamos a hacerlo hasta arriesgarnos a exponernos a una enfermedad (por ejemplo, durante un brote), puede ser demasiado tarde para que la vacuna actúe y para recibir todas las dosis recomendadas” resalta la Dra. El Haj.


La vacunación es inocua y, aunque pueda producir efectos secundarios, como dolor en el brazo o fiebre baja, suelen ser muy leves y temporales. Si bien no puede descartarse que ocasionen efectos secundarios graves, estos son sumamente raros.


“Las dos principales razones para vacunarse son protegernos a nosotros mismos y proteger a las personas que nos rodean. Puesto que no se puede vacunar a todas las personas por igual —por ejemplo, no es recomendable para los recién nacidos, las personas gravemente enfermas y las que pueden presentar determinadas alergias—, al protegernos nosotros evitamos contagiarles enfermedades que pueden poner en riesgo sus vidas”, concluye la profesional.


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