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Jubilaciones vs. precios: en dos años, los alimentos subieron hasta el doble que los haberes

Así surge de un informe privado. El arroz, por ejemplo, aumentó 245% entre agosto de 2019 y agosto de 2021.

Controles que no controlan y bonos que sirven para poco: el historial de los precios de los alimentos y las jubilaciones está marcado por medidas que nunca alcanzan. En definitiva, a los dos los une el mismo problema, la inflación. En los últimos dos años, entre agosto de 2019 y agosto de 2021 -o, mejor dicho, entre la última PASO y esta- los haberes subieron 100%, pero hubo artículos que se compran en almacenes y supermercados que se encarecieron hasta 254%. Así surge de un informe de la consultora Focus Market, que relevó un conjunto de 27 productos medidos en 670 puntos de venta. Siguió sus precios entre el octavo mes de 2019 y el mismo mes de 2021. Tomó en cuenta, además, lo que pasó en ese mismo período con las jubilaciones y el salario mínimo.


La jubilación mínima neta $11.528 a $23.065. En agosto, quienes reciben la mínima cobraron un bono extraordinario, pero la suba para todas las jubilaciones en general en ese período fue del 100%. En el caso del salario mínimo, pasó de $14.125 a $28.080, una suba del 99%. La inflación en esos dos años fue del 113%, es decir que ambas cifras quedaron por debajo del nivel general de precios.

¿Qué pasó, mientras tanto, con los productos de la canasta básica? El arroz, por ejemplo, subió un 254% entre PASO y PASO. Pasó de valer $29,20 a $103,10. Los snacks, como el maní y las papas fritas, aumentaron un 233%. Luego, siguen el aceite (192%), los vinos (176%), las conservas (168%), los enlatados de pescado (163%) y la yerba (158%). Salvo por los snacks, son todos alimentos básicos que pesan mucho en la composición del gasto de los hogares, especialmente en el de los jubilados y en los que perciben ingresos más bajos. La carne también tuvo aumentos por encima de la inflación y muy por arriba de las jubilaciones. El asado subió 194%; la carne picada, 180%; la nalga, 179%; el filet de merluza, 148% y el pollo entero, 137%.

En cuanto a lo que se compra en la verdulería, el tomate aumentó 189%; la manzana, 176%; la banana, 110%; el limón, 131% y la batata, 137%. En la fiambrería, el queso pategrás se encareció 109% y el queso sardo, 103%; mientras que el queso cremoso lo hizo en un 97% y la manteca, en un 88%.

En el medio, hubo decenas de controles que incluyeron el congelamiento obligatorio de Precios Máximos y programas voluntarios como Precios Cuidados. Los alimentos y el resto de los bienes de consumo masivo, sin embargo, no pararon de aumentar. La respuesta está, en primer lugar, en que la inflación no dejó de dar batalla, pero además en que los controles y las herramientas solo llegan hasta un punto, generalmente los supermercados y grandes superficies, donde las reglas se cumplen y hay que informar valores todos los días.

En el caso de los alimentos que se venden “a granel” y sin código de identificación única, como la carne o el tomate, los controles son prácticamente imposibles, además.

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