Coronavirus en la Argentina: qué podemos leer mientras nos quedamos en casa
Las editoriales ofrecen varias opciones para disfrutar de la literatura con grandes y chicos. Hasta se lanza un Campeonato de Escritura, organizado por un tallerista, para los que tienen ganas de escribir. La censura china de Mario Vargas Llosa.
El bloqueo impuesto por el coronavirus produce una ola de reconversión de la oferta cultural y de espectáculos. El mundo literario no queda afuera. Con ingenio y creatividad, grandes editoriales proponen a sus figuras la lectura en vivo, o grabada, a través de sus cuentas de redes sociales. Como Claudia Piñeiro, que está en plena campaña de promoción de su nueva novela, Catedrales, y se ha sentado a leer fragmentos en Instagram mientras sus lectores deban quedarse en casa. O anuncian, de a poco, que ofrecen libros recientes de su catálogo para leer online y gratis.
Si además de leer, tenés ganas de escribir, hasta un Mundial de Escritura se lanza por estos días, iniciativa del crítico y tallerista Santiago Llach. Para incentivar el hábito de la escritura, dice, y, en tiempos de reclusión, compartir con otros la experiencia. Arranca el lunes, 23 de marzo, a las 6.00, y termina el domingo 5 de abril. Cada participante tiene que escribir cada día tres mil caracteres con espacios o más, y se puede anotar de manera individual o por grupo.
Las inscripciones, a través de eepurl.com/gWsxFr, e info a través del mail campeonatoescritura@gmail.com. Se participa por equipos, y cada día se actualizará la tabla de posiciones: un jurado definirá cuáles son los mejores textos.
En las mismas redes, se reenvía, y seguro que te llegó, la iniciativa de Unesco, que ha puesto a disposición la biblioteca digital mundial, para que padres e hijos tengan acceso, desde el sofá, a manuscritos, libros raros, mapas, documentos valiosos de todas las culturas y en todos los idiomas. La biblioteca mundial permite acceder a las bibliotecas nacionales de distintos países, que subieron un número determinado de materiales para la coyuntura.
En Twitter está por largarse la lectura colectiva del griego Esquilo. La iniciativa es de Pablo Maurette, el profesor de literatura argentino, radicado en Chicago, que fue noticia por la de La Divina Comedia, del Dante, en 2018. Maurette lo puso así: "Compañeros en la pandemia: el 1ro de abril empezamos a leer las tragedias de Esquilo cada uno protegido de la peste en su casita. Siete obras, una nueva cada dos semanas. Vean el cronograma en el tuit fijado. Hasta entonces y recuerden: prohibido tocar. #Tragedia2020". Si leer es un placer, hacerlo con otros, en una nube de cambios de ideas y comentarios, y en tiempos de confinamiento, mucho más todavía.
Paradoja o no, la lectura es por estos días uno de los entretenimientos posibles más eficaces. Cuando la dispersión de la noticia continua, que llega a través de medios electrónicos, hace que cueste un poco más seguir el tren de series y hasta películas. Más allá del renovado boom de las novelas de epidemia, desde Dean Koontz (Los ojos de la oscuridad) o los Nobeles Albert Camus y Saramago, con La Peste y Ensayo sobre la Ceguera, son muchos los que están aprovechando para hacer de este tiempo uno de provecho lector.
El medioevo de Vargas Llosa y la censura china
El que lanzó dardos sobre este fenómeno, de los clásicos sobre pestes humanas reconvertidos a best sellers, fue el a menudo provocador Mario Vargas Llosa. En una columna publicada el 14 de marzo pasado en El País, "¿Volver al medioevo?", que ofendió a unos cuantos, en especial a las autoridades chinas, que reaccionaron censurando sus libros en aquel país. "...cuando no entiende lo que pasa, una sociedad va a los libros a ver si ellos se lo explican. La peor novela de Albert Camus, La peste, tiene un súbito renacimiento y tanto en Francia como en España se hacen reediciones y ese libro mediocre se ha convertido en un best seller", escribe el peruano.
Su artículo refería a cuestiones tan profundas como la compañía permanente del miedo a la muerte. Pero también a otras más terrenales, como los sistemas de salud español y europeos y, claro, el modelo político del gigante donde se originó el coronavirus. Dijo Vargas Llosa allí: "Nadie parece advertir que nada de esto podría estar ocurriendo en el mundo si China Popular fuera un país libre y democrático y no la dictadura que es.
Por lo menos un médico prestigioso, y acaso fueran varios, detectó este virus con mucha anticipación y, en vez de tomar las medidas correspondientes, el Gobierno intentó ocultar la noticia, y silenció esa voz o esas voces sensatas y trató de impedir que la noticia se difundiera, como hacen todas las dictaduras. Así, como en Chernóbil, se perdió mucho tiempo en encontrar una vacuna. Solo se reconoció la aparición de la plaga cuando ésta ya se expandía. Es bueno que ocurra esto ahora y el mundo se entere de que el verdadero progreso está lisiado siempre que no vaya acompañado de la libertad. ¿Lo entenderán de una vez esos insensatos que creen que el ejemplo de China, es decir, el mercado libre con una dictadura política, es un buen modelo para el tercer mundo? No hay tal cosa: lo ocurrido con el coronavirus debería abrir los ojos de los ciegos".
Un comunicado de la embajada china en Lima calificó el artículo de "irresponsable", mientras los libros de Vargas Llosa desaparecían de la venta online, en una especie de acción de censura. Y en un país que el peruano visitó más de una vez y en el que se lo admira. El comunicado de la embajada china en Perú, que transcriben varios medios, tiene un tono elevado: “El pueblo chino también ha demostrado su gran sentido de responsabilidad y disciplina, haciendo grandes esfuerzos y sacrificios, para encerrar el virus en su epicentro, ganando tiempo para que los otros países se preparasen. En este momento, la epidemia en China está prácticamente controlada. Si el señor Vargas Llosa, como figura pública, no está dispuesto a colaborar (en la lucha contra la epidemia), al menos que no difunda opiniones irresponsables y prejuiciosas que no sirven para nada”.