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Viva Tío Alberto (el de los miércoles)

El presidente sigue dependiendo del día de la semana. Del homenaje a la liberación de Auschwitz a meter a Aníbal Fernández en el Gobierno.

Antes que nada, apurémonos a desmentir la noticia de que, al llegar la delegación argentina a Jerusalem, el canciller israelí recibió a su par argentino con un abrazo y un cálido “welcome to Israel”, a lo que Felipe Solá ​contestó “disculpame macho pero no hablo hebreo”. Eso es falso. Verosímil tratándose de Solá, pero absolutamente falso.

Aclarado el punto, arranquemos con la temporada número 13 de columnas dominicales, un número bastante apropiado para lo que se ve venir. De hecho, recién empezó el nuevo gobierno y ya se siente un cierto malestar en ambos lados de la grieta.

Del lado oficialista, los kirchneristas suponían que Tío Alberto les iba a poner plata en el bolsillo desde el primer día, como prometió, pero ya se están avivando que tenemos ajuste para rato y que la famosa llenada de heladera quedará una vez más para el segundo semestre, que es cuando seguramente empezarán a verse aquellos viejos brotes verdes que ya van a venir.

Del lado opositor también están bastante chivos porque, más allá de la picazón que les provoca ver a Cristina​ otra vez en el poder, la promesa de “volvimos mejores” no se estaría verificando en todos los ámbitos del nuevo gobierno.

Tenés una Vilma Ibarra que tranquiliza los espíritus republicanos pero al mismo tiempo te aparece Rosario Lufrano haciendo un discurso falangista en los medios públicos y arruinando cualquier buena intención.

Si bien está Gustavo Béliz que hincha por Occidente, también está Zannini que tiene el corazón mirando al Hezbollah, aunque a la hora de decidir las vacaciones apuesto a que la primera opción del Chino sigue siendo Miami. Hay que reconocer que los kirchneristas, a la hora de vacacionar o de invertir, tienen una debilidad por la Florida.

El mismo Guzmán, que parece un tipo bastante normal, ha demostrado que entiende de que va el mundo y que habita en el siglo XXI. Gran mérito teniendo en cuenta que buena parte de la dirigencia K recién anda por la década del 80. Salvo Felipe, Cristina,Tío Alberto y Parrilli que ya pasaron por la del 90 y dejaron una imborrable huella neoliberal. Cuando decimos imborrable es porque, aunque lo intentan todo el tiempo, no hay manera de borrarla.

El caso de Tío Alberto sigue siendo el más complejo porque, como dijimos tantas veces, depende del día.

Por ejemplo, un jueves se junta con el ecuatoriano Correa y se dan máquina con la sarasa de que los medios persiguen a los líderes populares, etc. etc. Y después un miércoles le para el carro a Baltazar Garzón que intentaba armar un tribunal en Madrid para juzgar a Lanata, a Majul y a otros criminales.

Es obvio que el Tío Alberto de los jueves es muy flojito pero el de los miércoles es una maravilla. De hecho, fue un miércoles cuando viajó a Israel a conmemorar la liberación de Auschwitz y también fue un miércoles cuando viajó al Vaticano a llevarle personalmente al Papa el saludo del pueblo argentino. Bien que hizo porque si vamos a tener que esperar que el Santo Padre venga al país a saludarnos, estamos fritos.

Nosotros, los miercolistas de la primera hora, sabemos donde están las virtudes de este gobierno. Son pocas, pero buenísimas. Y siempre los miércoles. Obviamente, el enfrentamiento con el albertismo de los viernes y el de los martes presagia un año dificil.

El de los jueves, no es que sea malo sino que tiene mala prensa. Por ejemplo, este jueves designó a Aníbal Fernández​ como capo de Yacimientos Carboníferos de Río Turbio. Es una medida completamente inocua pero que, para la gente más sensible, es una noticia molesta. En el fondo es una molestia exagerada porque al pobre tipo no lo nombraron ni ministro ni embajador en la ONU ni nada de eso. Simplemente lo mandaron al muere, a sacar carbón a Río Turbio. En el fondo, el juevismo le tiró un hueso para ver si remonta un poco. Nada más.

Quien te dice, el tipo encuentra en la extracción de carbón su verdadera vocación, finalmente pega una y termina siendo el mejor candidato para el cargo. Y de última, si todo termina como suponemos, es una actividad en la que nadie le puede exigir que salga con las manos limpias.

Si el albertismo de los jueves huele mal, el de los viernes es fatal. Justamente fue un viernes cuando Tío Alberto sacó de la guantera a Martín Sabbatella para acomodarlo en la ACUMAR, el organismo encargado de la limpieza del Riachuelo. Sabbatella ya estuvo al frente del AFCSA, el organismo encargado de regular los medios, y le fue como el upite. ACUMAR es aún más dificil. Yo creo que hasta limpieza de alfombras, cortinados y acolchados, daba. Lo del Riachuelo ya me parece mucho. Pero, quien te dice, da el batacazo y es otro que encuentra su verdadera vocación.

Reforzando la idea, recordemos que fue un miércoles cuando Tío Alberto anunció que gobernaría para todos y que haría un gran pacto político, social y económico con todos los sectores para salir de la decadencia. Después vino el albertismo de los martes, pidió los superpoderes al Congreso para hacer lo que le se le cante y chau Moncloa. Los grandes acuerdos quedarán para más adelante, como siempre. Es decir, para cuando ya sea demasiado tarde.

Por ahora, todo lo bueno que hace los miércoles no termina de compensar lo malo que hace los sábados, los domingos y los lunes cuando, por ejemplo, no se anima a definir a Venezuela como una dictadura. En realidad, a lo que verdaderamente Tío Alberto no se anima es a contradecir a su Vicepresidenteax@$. Todos sabemos lo que él piensa sobre Maduro y el chavismo.

Mientras tanto, los que ya se avivaron de este jueguito se están haciendo ricos comprando acciones y bonos argentinos los viernes o los lunes cuando el albertismo hace todo mal y los mercados caen, para luego venderlos los miércoles cuando el albertismo se pone bueno y los mercados suben.

Atenti los inversores que mañana es lunes pero podemos tener una sorpresa. Si bien el albertismo de los lunes es muy malo, los lunes de febrero fueron buenísimos.

De hecho fue el lunes 16 de febrero de 2015 cuando Alberto Fernández publicó su inmortal artículo “Hasta que el silencio aturda a la presidenta” donde explicó con toda precisión que el Memorándum con Irán fue un “plan presidencial de encubrimiento” (textual de Tío Alberto). Quinta vez que menciono esto y todavía nadie se anima a preguntarle nada sobre ese artículo.

El albertismo de los martes derrapó al apretar burdamente a los presidentes de los clubes de fútbol para que salieran al unísono a repudiar la designación de Macri​ para un cargo importante en la FIFA.

Más allá de lo que cada uno piense sobre la performance de Macri como presidente del país, no hay ninguna duda de que como presidente de un club de fútbol fue el más exitoso de la historia argentina. Ningún dirigente deportivo le dió tantos éxitos a su club como Macri le dio a Boca.

Gente tan prestigiosa y respetada como Moyano, Chiqui Tapia y Tinelli calificaron la designación como “lamentable”. En el fútbol (de eso se trata) ninguno de los tres le llega ni a los talones. Boca con Macri ganó 16 títulos, incluidas 4 Libertadores y 2 Intercontinentales.

D’Onofrio, que curiosamente también calificó de “lamentable” lo de la FIFA, se le está acercando pero todavía le falta bastante. Cuando habla en nombre de River debería ser un poco más cuidadoso: el 41% de los hinchas millonarios también votó por Macri.

Vamos muchachos, un poco más de respeto. Y de coraje para cuando los apretan desde la Casa Rosada.

Como ve querido lector, no estamos acá para ganarnos amigos. Sólo para entretenernos con la realidad nuestra de cada día. O al menos para hacerla más digerible.

Como siempre, será un año para divertirnos. Allá vamos.

Un placer estar de vuelta.

Empezó la temporada.

Por Alejandro Borensztein (Clarín)

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